Todo comenzó
cuando hace unos días, con la muerte de la Dama de Hierro, me mandaron este
vídeo:
Claro, éramos unos críos cuando esta mujer estaba al frente de Gran Bretaña y nos pilló en plena edad del pavo. Así que comencé a curiosear porqué ese odio en estos hinchas del Liverpool. No me gusta hacerlo porque se debe valorar lo que cada uno aportamos en nuestras publicaciones, pero la calidad del artículo escrito por Toni Padilla que aparece en la publicación digital de la Revista Panenka no es digno de que lo ensucie un cazurro como yo. Que no os eche "pa atrás" ver una entrada tan larga, merece la pena.
Margaret Thatcher mató al fútbol inglés. O no.
“Margaret
Thatcher mató al fútbol”, afirmaba el entrenador Sam Allardyce. La
figura de Thatcher, la dama de hierro que lideró Gran Bretaña en
un periodo tan complicado como el que medió entre 1979 y 1990, no puede dejar
indiferente a nadie. Thatcher era amada o odiada. Su mérito fue mantener
firme el timón británico en esos años llenos de retos: la Guerra de las
Malvinas, el conflicto de Irlanda del Norte, el paro, las
privatizaciones…y la reconversión del football.
La gestión
de Thatcher fue clave en la historia del balompié británico. Pese a que la Premier
League nace en 1992, dos años después de su renuncia, fue durante su
mandato cuando se gestó la reformulación de la liga inglesa, inaugurada con John
Major en el número 10 de Downing Street.
Cuando Thatcher
llegó al poder, el fútbol inglés se encontraba en un momento complicado pese a
la alta competitividad de sus clubes. Thatcher llegó a Downing Street en 1979:
durante los seis siguientes años cinco equipos ingleses ganarían la Copa de
Europa. Dos el Nottingham Forest, dos el Liverpool y una el Aston
Villa.
Durante esos años cada niño soñaba con ser jugador pues era una de
las pocas salidas laborales en muchos barrios, pero los estadios estaban más
vacíos que nunca por culpa del hooliganismo. Estadios viejos, hostiles, dónde
los hinchas lanzaban a los visitantes dardos o bolas de billar que robaban en
los pubs. Muchos jóvenes fallecieron en peleas en el metro o cerca de los
estadios. En la puerta de los campos del Chelsea, el West Ham o el Leeds,
el National Front vendía propaganda fascista y reclutaba jóvenes skin
heads. Las autoridades se escandalizaron después de los 39 aficionados
muertos en Heysel durante la final de la Copa de Europa de 1985, cuándo parte
de la hinchada del Liverpool cargó contra italianos y belgas inocentes. La UEFA
expulsó los equipos ingleses de las competiciones europeas y todo el mundo miró
con desprecio a ese estado orgulloso que no podía controlar a sus jóvenes. La
final de Heysel además, se jugó poco después de los 85 muertos en el
incendio del campo del Bradford.
Thatcher
encargó tomar cartas en el asunto. Primero atacó el hooliganismo con la
‘Football Spectators Act‘ de 1989. Se pedía el documento de identidad
para entrar en los estadios, se persiguió a los hooligans, se les fichó,
se les ordenó ver partidos en comisaría si tenían antecedentes…El presidente
del Luton Town, miembro destacado del partido conservador de Thatcher, llegó a
impedir el paso a los hinchas visitantes en su estadio. Pero el sistema no
funcionó. Los hinchas se peleaban fuera de los recintos. Después llegaron los
96 muertos de Hillsborough en 1989 y los 150 heridos en las peleas
durante una semifinal entre el Liverpool y el Nottingham Forest, y la ‘Football
spectadors act‘ se modificó. Aún hoy tiene vigencia, aunque ya no se exige
el pasaporte para entrar a un estadio.
Después de
Hillsborough, se publicó el “Informe Taylor” en 1990. Este informe
recomendaba una reestructuración completa de los estadios ingleses. Se exigió
que todos los espectadores estuvieran sentados, se eliminaron las vallas de
seguridad alambradas, se recomendaba no vender bebidas alcohólicas, se
mejoraron los accesos, se priorizaron las ventas de abonos de temporada y se
instalaron cámaras de video.
Las medidas funcionarion, pero no la investigación
de las causas de las muertes de 89 hinchas del Liverpool en Hillsborough. Las pesquisas se alargaron durante años y convirtieron la
ciudad de Liverpool en territorio hostil para el gobierno de Thatcher,
que acusó a los hinchas de la tragedia. Sólo este 2013 la hinchada del
Liverpool ha limpiado el nombre de los 96 aficionados que fallecieron en el
estadio de Sheffield, responsabilizados en su momento por las
autoridades cuando en realidad el desastre partió de una pésima organización
por parte del alto mando policial.
Los clubes
de fútbol, presionados por la falta de dinero para pagar las obras en sus
estadios, buscaron soluciones y en 1991 firmaron el documento que dio
nacimiento a la Premier League, explotando la vía comercial y
televisiva. Ese año Thatcher ya había dimitido. Pero su gestión fue clave en el
nacimiento de la Premier League. Para muchos, gestionó bien la
situación, paró la violencia, modernizó las estructuras y fue fiel a su linea
de privatizar servicios. Si la sanidad o los trenes pasaron a ser privados, el
fútbol se buscó la vida potenciando patrocinadores y los ingresos de una
televisión…propiedad de un amigo de Thatcher. Para otros, trató como criminales
a muchos hinchas inocentes y convirtió el ‘beautiful game‘ en un
negocio.
No todo el mundo ama la figura de
Thatcher. Quedan los cánticos contra ella en ciudades azotadas por el paro,
como Sheffield. O los films de Ken Loach: manifestaciones, solidaridad,
desesperación y estadios grises.
No todo el
mundo ama la figura de Thatcher, pues. Quedan las canciones de Billy Bragg
o Paul Weller en su contra, las imágenes de las manifestaciones de
obreros y mineros que perdían su trabajo o las sombras de algunos incidentes en
Irlanda del Norte. Quedan, cómo no, los cánticos contra Thatcher en los
estadios de ciudades azotadas por el paro, como Sheffield. Quedan los films de
Ken Loach, que nos recuerdan esos años de manifestaciones, solidaridad,
desesperación y estadios de fútbol grises. Quedan tweets como el de Joey Barton: “diría que
descanse en paz pero no sería verdad. Si el cielo existe, esa vieja bruja no
debería estar allí”. No, desde luego no todo el mundo ama la figura de
Thatcher.
Otra crítica
contra Thatcher fue la que verbalizó Sam Allardyce. Según este popular
entrenador, “cuando Thatcher modificó las leyes y se dejó de pagar a los
profesores un dinero extra para entrenar deportes después de la escuela, las
actividades deportivas se hundieron y afectó al nivel competitivo. Tenemos
menos atletas listos y más niños gordos. Thatcher no sólo perjudicó al fútbol y
el deporte británico. Mató al fútbol”.
Según la Federación
inglesa, cuando los niños tienen siete o ocho años, tendrían que entrenar
más de 1000 horas para llegar formados. El sistema de formación del fútbol
británico dejaba esta responsabilidad a las ligas escolares, y cuando Thatcher
retiró los pluses a los profesores, el nivel del fútbol bajó. Muchos piensan
que, aún hoy, resulta complicado que en Inglaterra los niños -excepto los de
origen humilde- se dediquen al fútbol. La selección no gana nada desde 1966.
Thatcher por
cierto, era hincha del Burnley. Pero no era muy pasional. Era gélida. De
hierro.